7/01/2010

“Las medidas europeas que restringen la inmigración son criminales”


Martín Aldalur, periodista guipuzcoano
Viajero, curioso e inquieto. Martín Aldalur (Zarautz, 1982) se plantó en Canarias en 2006, justo cuando empezaban a llegar los cayucos con miles de subsaharianos, principalmente de Mauritania, Senegal y Gambia. Para entender y explicar por qué esas personas se jugaban la vida atravesando el Atlántico para alcanzar las costas españolas inició, entonces, una travesía que acaba de completar con la publicación de Clandestinos (Ediciones B, 2010). Un riguroso ensayo que retrata con palabras el fenómeno de la emigración africana y aborda cuestiones como la identidad, el racismo y los grandes retos que como sociedad tenemos que asumir. Licenciado en Lenguas Modernas por la Universidad de Surrey, Inglaterra, y en Periodismo por las de Barcelona y Columbia, actualmente estudia historia africana en Londres.

¿Cómo surge Clandestinos?
En 2006, fui a cubrir la llegada de los cayucos a Canarias. Miles de subsaharianos llegaban en embarcaciones artesanales, atravesando el océano, en condiciones tremendas. Yo, como cualquiera, percibía la inmigración de una manera muy mediatizada, marcada por prejuicios y estereotipos. Este trabajo me ha permitido conocer que la historia, las motivaciones y la propia manera de emigrar son mucho más complejas de lo que imaginaba.
Has querido dar voz a mucha gente…
He realizado más de 300 entrevistas, no sólo a inmigrantes, sino también a sus familiares, y a los distintos actores del proceso migratorio: miembros de la Guardia Civil, médicos que los atienden, personal de la Cruz Roja, periodistas, antropólogos, políticos… También a intelectuales, que juegan un papel fundamental. ¿Dónde se posicionan frente al discurso de poder? Saramago, Iñaki Gabilondo o Juan Goytisolo articulan respuestas más que interesantes.

¿Cuáles son los falsos mitos de la emigración africana?Los africanos están estigmatizados por siglos de colonialismo y esclavitud. África es sinónimo de subdesarrollo, un lugar donde sólo suceden cosas horribles, y esto hace que no estén bien considerados cuando llegan a vivir entre nosotros. La inmigración africana también se ha convertido en una oportunidad para conocer a ese “otro”. A pesar de lo que se cree, los que llegan no son los más pobres.

¿Qué factores les empujan a emigrar?Además de las razones evidentes, como las guerras y las malas cosechas, para muchas culturas del África occidental la migración está ligada a un rito de pasaje. También hay una fascinación por la cultura occidental, y de igual manera que existió el “sueño americano”, para muchos africanos existe el “sueño europeo”. Pero creo que, sobre todo, la emigración forma parte de una estrategia de supervivencia de familia, de clan o de tribu.

¿Qué hay detrás de la inmigración ilegal?Las palabras no se eligen al azar. La inmigración ilegal forma parte de un discurso falaz, porque ingresar a un país por un lugar que no es la frontera o permanecer en él sin la documentación requerida no supone delito, sino falta administrativa. No existen personas ilegales, aunque en la práctica así lo parezca.

¿Existen mafias organizadas en el tráfico humano de emigrantes?Claro que existen grupos que desde la clandestinidad se aprovechan con la venta de pasaportes falsos, contactos con pasadores, etc. No podemos olvidar que la clandestinidad es una respuesta a las políticas occidentales que restringen la migración. Si los africanos pudieran emigrar en aviones no habría mafias. Las medidas europeas que restringen la inmigración son criminales.

¿Por qué crees que culpabilizamos al inmigrante de todos nuestros males?Es una de las principales contradicciones y barbaries de este mundo “globalizado”. Por un lado se defiende la libertad de movimiento de capitales y mercancías, pero por otro se criminaliza al ser humano. Tenemos que denunciarlo porque condena a la pobreza y al subdesarrollo a millones de personas. Además, el discurso del “nosotros” esconde tintes bárbaros cuando reduce al “otro” por su diferencia. Todo esto es un gran botín emocional que los partidos políticos utilizan con fines electoralistas. Como decía Saramago, estamos gobernados por el crimen.

¿La sociedad española acoge bien al inmigrante?La inmigración ya forma parte de la sociedad española. La cuestión está en cómo definimos la sociedad y cómo integramos a las minorías. Siempre que no nos conozcamos habrá prejuicios, por eso es importante generar narrativas que funcionen como puentes. La clase política y los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad.

¿Qué papel juega la clase política? A los políticos les interesa representar la inmigración como un problema, porque le sacan un suculento rédito electoral. Sus políticas de integración son nulas: criminalizan al inmigrante. Percibo una gran falta de sensibilidad.

¿Qué no nos cuentan los medios de comunicación?La cuestión está en cómo se representa una realidad. Y a día de hoy, a pesar de los esfuerzos que realizamos, inmigrante es sinónimo de inseguridad, de paro, de machismo, de violencia, de terrorismo… Tenemos que conocer al “otro” y fomentar el juicio crítico.

¿Qué has aprendido en estos casi 4 años de trabajo? Me han supuesto una transformación total. Ahora tengo un sentido de la existencia mucho más universal. He descubierto en el inmigrante a un semejante, con todo lo positivo y lo negativo que pueda tener uno mismo. He aprendido que la palabra libertad está hueca si no va acompañada de diversidad.

Inmigrante en esta tierra... ¿Te sientes extranjero?
Sí, me siento extranjero, y me gusta. También me siento extranjero en mi propia tierra, creo que es una actitud positiva. Como dice Juan Goytosolo la mirada de la periferia al centro siempre es más rica que la del centro a la periferia.

*Clandestinos (Ediciones B, 2010) ya a la venta en European Bookshop, 5 Warwick Street
Londres W1B 5LU
Mireia Aliart
Redacción El Ibérico

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